Motita, dejá de cagarla. Ya van tres, no podés, simplemente no.
Pero Motita porfía, rueda y rueda entre lanas ajenas y vuelve si apenas cuando está demasiado gorda como para poder, digamos, volver. Y es que la cirugía bariátrica de Motita nunca es fácil, se deshace en llanto y micromotitas, casi como un parto, Un mal parto, por cierto, Aún así...
Motita ahí no, vuelve. Llueve, y es todo peor. Vuelve.
Pero Motita no atiende a razones. Con la primera brisa que encuentra emprende el viaje hacia una nueva prenda soltado una carcajada que a todos nos rompe un poco los oídos. Se agarra con dientes y uñas milimétricamente diseñadas para no dejar nunca nada ir. Conversa con los ácaros mientras se queja del calentamiento global, la miel, el pasado y presente ya que estamos, deja un norte hacia el sur y al cielo un poco más cerca.
Motita no entiende, nunca entiende, que de las rutas que emprende, cero han sido hechas para ella. Sólo atina a huir cuando una tijera la amenaza de muerte o las arañas se ponen de plano muy groseras y eso es pésimo porque a Motita le choca la rotería.
Entonces vuelve apenas, toda gorda y desteñida, medio triste por el tiempo empeñado (y perdido).
Y siempre que volvés es terrible; empezar de cero quiero decir. El parto, tu llanto, que seas de nuevo una Motita pequeña, redondita y un poquito feliz.
Motita, deja de cagarla. Vos estás para cosas mejores.
Hey. No. Motita. La ventana abierta, no. Motita, no.
Ah, tan boba por dios.
C.
Pero Motita porfía, rueda y rueda entre lanas ajenas y vuelve si apenas cuando está demasiado gorda como para poder, digamos, volver. Y es que la cirugía bariátrica de Motita nunca es fácil, se deshace en llanto y micromotitas, casi como un parto, Un mal parto, por cierto, Aún así...
Motita ahí no, vuelve. Llueve, y es todo peor. Vuelve.
Pero Motita no atiende a razones. Con la primera brisa que encuentra emprende el viaje hacia una nueva prenda soltado una carcajada que a todos nos rompe un poco los oídos. Se agarra con dientes y uñas milimétricamente diseñadas para no dejar nunca nada ir. Conversa con los ácaros mientras se queja del calentamiento global, la miel, el pasado y presente ya que estamos, deja un norte hacia el sur y al cielo un poco más cerca.
Motita no entiende, nunca entiende, que de las rutas que emprende, cero han sido hechas para ella. Sólo atina a huir cuando una tijera la amenaza de muerte o las arañas se ponen de plano muy groseras y eso es pésimo porque a Motita le choca la rotería.
Entonces vuelve apenas, toda gorda y desteñida, medio triste por el tiempo empeñado (y perdido).
Y siempre que volvés es terrible; empezar de cero quiero decir. El parto, tu llanto, que seas de nuevo una Motita pequeña, redondita y un poquito feliz.
Motita, deja de cagarla. Vos estás para cosas mejores.
Hey. No. Motita. La ventana abierta, no. Motita, no.
Ah, tan boba por dios.
C.